Cuento nº3: Picnic en el bosque
En el reino de Juanilandia después de tanta lluvia,
el sol decidió salir otra vez a iluminar el planeta.
Estaba muy contento de volver a trabajar, porque la
luz del sol hace muy bien a los huesos de los niños y de los duendecillos, y él
lo sabía.
Pero de vez en cuando tenía que descansar para que la
lluvia haga su trabajo: dar de beber a las plantas y al planeta.
Ese día los duendecillos estaban muy contentos porque
por fin podían salir a jugar al aire libre. Habían quedado con Juanlo y
Valerius en el bosque de la
Reina.
Valerius era el duende de más edad, que se ocupaba
del príncipe cuando sus papás trabajaban y ese día había organizado un picnic
para desayunar todos juntos.
Llegaron todos muy puntuales y se sentaron en el
césped que era muy verde y olía muy bien.
-Bienvenidos –dijo Valerius- ¿Que queréis para
desayunar.
–¡Fruta y
galletas!- contestaron todos- bien- dijo Valerius- aquí tenemos de todo, id
vosotros y coged lo que queráis.
Todos miraron a su alrededor y lo que vieron fue
maravilloso…ríos de zumos, piscinas de yogur, flores de galletas…Pero también
había plantas de quesitos, lagos de leche con cereales, cataratas de batidos de
fruta…cada uno de ellos cogió lo que quería y se sentaron todos juntos….
Valerius los empezó a contar….1, 2, 3……y vio que
faltaba uno…o mejor dicho una: la duendecilla Rabieta.
Rabieta era una duendecilla muy rebelde, que quería
todo lo que veía…empezaron a buscarla.
-Rabieta, Rabieta, Rabietaaaaaaaaaaaaaaa ¿Dónde
estás?
Desde lejos se oyó:
- Aquí. Estoy aquí…¡Y quiero eso! - Estaba en frente
de una verja roja que daba a la otra parte del bosque: - Quiero eso, eso y eso-
gritaba.
En la otra parte del bosque había plantas especiales:
flores de chocolate, plantas de bolsa de patatas fritas, piscinas de chuches,
ríos de coca cola, globos de piruletas…cosas que los niños y los duendecillos
deben tomar muy poco…por esto esa parte del bosque tenía una verja: era la
parte de las ocasiones especiales (cumpleaños, fiestas…)
Esto fue lo que le explicó Valerius a Rabieta y a
todos los demás, pero ella quería chuches y sólo chuches.
¡Qué duendecilla!!!!!!
Valerius se sentó y
le explicó:
-Rabieta, Rabietita
Con todas esas chuches
¿Sabes que te pasará?
Que a tu tripita mal le sentará.
Y luego muy importante
De los dientes
Hay que preocuparse
De vez en cuando
se pueden
tomar
Pero lo mejor
Es no exagerar.
Entonces la pequeña se acordó de una amiguita suya
que tenía siempre dolor de muelas y le dio la razón al duende mayor. Se
tranquilizó y se sentó con los demás y todos juntos desayunaron muy
alegremente.
Ese día aprendieron una buena lección.
3) Os presento a Rabieta
Queridos papis, os presento
a Rabieta, si no la conocéis ya, pronto la conoceréis, hace parte del mundo de
vuestro hijo, y hará parte del vuestro, pero si seguís unos consejos básicos,
así como ha venido se irá.
Este personaje es muy
importante, ya que representa una etapa muy importante en la vida de vuestro
nene.
Las rabietas pueden surgir
en cualquier momento y para cualquier cosa, un juguete que quiere que le compréis,
algo que ven y quieren, porque no se quieren lavar, o comer o miles de motivos
que a veces parecen inocentes y que luego pueden convertirse en mal hábitos.
Tener buenos hábitos y buenas rutinas es muy importante. Los niños no tienen la
noción del tiempo y crear unas rutinas les guía y les da seguridad.
En este pequeño cuento
Rabieta me ha servido para tocar un tema que me preocupa mucho, la
alimentación. Un niño pequeño debería de comer solo cosas sanas y dejar para
momentos especiales (cumpleaños, fiestas en general) las chucherías, los
fritos, los horneados de maíz, los bollos industriales. Este hábito depende de
vosotros. Yo estoy convencida que antes de los 3 años, el peque no debería de
probar estos “alimentos”, sobretodo los industriales; esto no significa que en
casa no puedan comer de vez en cuando unos fritos caseros, bien escurridos,
hechos con aceite de oliva, o unos bizcochos. Hay que pensar que a esa edad
tampoco se lavan muy bien los dientes y todos estos alimentos favorecen la
caries. Me produce tristeza ver niños que todavía llevan el chupete puesto comiéndose
una bolsa de patatas fritas. Otra cosa importante, las chuches no se deben
utilizar como premio. Cuantas veces decís –si te portas bien te compro unas
chuches- o a veces cansados de vuestros trabajos no podéis más de escuchar
–quiero chuchessssssssssssss- y se los dais para que se calle y os dejen en
paz. Esto es normal, nadie os puede juzgar por esto, sois personas primero, con
vuestro cansancio, humores, limites de suportación. Pero como bien sabéis ceder
a este pequeño chantaje lleva a más, más chantajes, más gritos, más llantos,
hasta que como os decía antes, las pequeñas rabietas se convierten en malos hábitos
que os atrapan. No os sentáis culpables diciéndole NO, es una palabra muy
importante, la necesitan, quieren saber hasta dónde pueden llegar y con quien,
tienen que tener unas normas básicas, firmes, esto les ayudará a conocer el
mundo, a integrarse en nuestra sociedad; no es bueno que el pequeño viva
siempre y solo en un mundo color de rosa, no hay que decirle si a todo, eso no
es la vida real, y creciendo irá a formar parte de la sociedad, con sus normas,
sus horarios, sus leyes. El papel de los padres es acompañar a sus hijos en un
camino para luego soltar esa mano para que pueda vivir solo, para que un día
sea autónomo y pueda disfrutar de una
vida equilibrada. No le escondáis la tristeza, tenéis que educarle y darle seguridad para que un día
despegue solo. La frustración hace parte de nuestra vida y nos ayuda a ser más fuertes. A los
niños también.
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